miércoles, 4 de enero de 2012

Noche de Pasión (Leila y Paul)

Leila & Paul

Estaban Paul y Leila viendo el anochecer cuando de pronto, el tiempo se detuvo.
Como si nada existiese. 
Solo ellos dos. 
Frente a la luna. 
En la oscuridad. 
En la luz. Quizás, en el corazón… Las palabras se volvieron caricias, y las caricias pasión. Dulce pasión. 
Silenciosos, haciendo lo incorrecto. 
Entregándose en cuerpo. 
La brisa de mayo, corre alegre por sus cuerpos, acaricia sus pieles, y besa sus cabellos. 
Paul la observa, atenta, hermosa, sensual. 
Demasiado, quizás. 
Mucho, tanto que muero por hacerle el amor, una y otra vez. 
Fol*ar sin parar, como dos jóvenes alocados. 
Alocados por el amor. Y con astucia, Paul se deshace del veraniego vestido que llevaba Leila ,y sonríe al verla, su cuerpo es maravilloso. 
Acaricia su abdomen bajo, y si se pudiese decir, con atrevimiento. 
Ella arque las caderas. 


Y el vuelve a sonreír al verla rendida a él, con la braga azul, y un encantador bra. Toda de él. Leila se endereza y se balancea hasta él, quedando sujeta a su cuello, acorralándolo con sus brazos. Él la besa, hambriento de ella.

-Paul, hazme el tuya.


El suelta un risa burlona, como si hubiese hecho falta que ella lo dijera.

Leila: Ni me lo pidas, cariño, que eso es lo que pienso hacer toda la noche.

Ella sonríe, excitada a las palabras de Paul, y se acerca a él, casi gateando, y lo ayuda a deshacerse de esos jeans, que encerraban a una pol*a enorme, después, Paul se quito la camisa, dejando a la hambrienta vista de ella, una deliciosa tableta de chocolate. 


Paul la toma de la barbilla y la acerca a él para volver a fundir sus labios en la boca que él tanto deseaba, en la boca que saciaba su sed. 
Su hambre por ella. 
Él la toma por la cintura y la voltea de espaldas a él, quedando ella sentada sobre sus muslos. 

Paul acaricia su espalda y busca el broche del brasier, y rápido, lo desabrocha, dejando al desnudo sus pechos. 
Los toca, y suelta un jadeo, al sentir sus turgentes pezones bajo las yemas de sus dedos. 
Paul deposita suaves besos sobre la espalda blanca de Leila, mientras sus varoniles manos bajaban al lugar que mas deseaba. Ella gime, al sentir el tacto de Paul sobre su gélido cuerpo. 
Paul sonríe, los pechos de Leila son más pequeños-redondos y firmes- pero, Dios… algo tiene esa mujer que le encanta aun más. Leila hizo un movimiento de caderas, el cual hiso que la sangre le hirviera el miembro. 
Paul jadeo al tocarla, estaba jodidamente húmeda, tanto que no tardaría en penetrarla.


- Esta mojada, cariño--dijo en mezcla de un gemido.

Paul… tócame más.






Sonrío al escuchar su implorante tono de suplica, quería escuchar un poco más, un poco de sus demandas, así que con dominio, sus dedos rondaron por ombligo de ella, mientras que su pulgar hacía pequeños círculos cerca del clítoris de ella, casi haciéndola gritar por más.


- Tienes un piercing--dijo alegre al tocar el diminutivo diamante en su ombligo. Lo puso aun mas caliente-- ¿tu mamá no lo sabe, verdad?
- No--responde con dificultad.
- ¿ni tampoco sabe del tatuaje bajo tu pecho?--pregunta, mientras sus manos acaricia la parte baja de su seno. 
Leila solo podía gemir, mientras esperaba ser tocada por Paul donde más lo necesitaba. Pero Paul quería jugar un rato con ella. Paul aparto un poco de las braguitas de Leila, y con un pobre tacto, roso con sus nudillos, el hinchado clítoris que ansiaba las vigorosas manos de Paul dentro de ella.



- Pau…

- Quiero oírte decir mi nombre varias veces esta noche. El de nadie más.

Joder, ni siquiera podía recordar su propio nombre.
- Si, Mierda, si.
Paul sonrió, nunca había sido así. Pero Leila hacia colgar de un hilo su control. El cogió uno de sus pezones, y lo redondeo con anhelo, a medida que estos se volvían más duros, alzándose cada vez más. Ella ahogo un grito, mientras se acariciaba con necesidad, entonces, ella dirigió su derecha a su clítoris congestionado y caliente, pero Paul la detuvo.



- No, yo digo cuando esta noche, muñeca… y te lo aseguro que no será tu mano.

- Pero…

Y sin previo aviso, Paul deslizo sus dedos en la hendidura mojada de ella, haciéndola gemir de placer.



- Joder, te sientes tan bien.

Sus dedos jugaban dentro de ella, mientras su pulgar frotaba su hinchado clítoris y el éxtasis patinaba sobre su ardiente cuerpo. 


El placer, el dolor, el deleite, la excitación todo la tenían colgando de un hilo, a punto de caer. 
Y a medida como Paul aumentaba el ritmo de sus frotadas ella se arqueaba más, haciendo que el pene de Paul creciera dolorosamente y no mostraba señal de disminuir. Y en un roce del fresco aire de la noche, ella siseo, mientras la mano libre de Paul vagaba sobre su hombro, bajó a la curva de su cintura, a través de su cadera y hacia sus muslos separados.
Paul aparto sus dedos de ella, la tomo de nuevo de la cintura y la recostó sobre la cama.


- Por fa…--dijo alzando las caderas.

Y antes de que ella acabase, Paul atrapo sus labios en un necesitado beso, y con astucia, sus manos se desasieron de las bragas de ella, al igual que el bóxer que llevaba puesto Leila gimió al sentir su miembro erecto asechando su frio abdomen. Entonces, Paule la penetro con delicadeza. Ella se arqueo al sentir su glande entrando en ella, también húmedo, y caliente. Después, salió un poco de ella, para de nuevo entrar un poco más. Paul gruño al sentir su reducida entrada, tan apretada, engullendo su pol*a. Leila Se sostuvo de los hombros de Paul, mientras él la penetraba poco a poco, fue ahí cuando sintió la mitad del miembro en ella. Y se sentía completa, sonrió, pues era lo que le faltaba. Lo que tanto necesitaba. Ocupa alejar sus ideas, huir del mundo, correr al paraíso, vaya paraíso. Y sobre todo, escapar de todos,. Pero esta vez, dejaría que albedrio de la noche, se la llevara en el viento. Esta noche eran solo ellos dos. Solo se enfoco en relajarse, y dejar a Paul entrar en ella, y así mismo, recibiendo la pol*a de Paul por completo, soltó un largo gemido.




- Dios…

El salió de ella, luego empujo de nuevo, esta vez más profundo. Leila jadeo por su penetración de acero, ante la sensación dulce-placer-dolor.

- Relájate--dijo mientras la sujetaba de las caderas, con vos tensa--lo hare lo más suave que pueda.
- No…
Paul sonrió y volvió a embestirla. Leila tenso la mandíbula, jamás había rogado por sexo, ni siquiera con algún otro.
- Síiiii--dijo el entre dientes, apretándola con más fuerza todavía.
Finalmente, él se deslizó profunda y completamente dentro de ella. La sensación de los labios vaginales de Leila apretando su pene, desato una oleada de necesidad en su cuerpo, y una ola de calor en su pecho.

Paul acaricio sus pechos, su cintura, y hasta sus perfumados cabellos, se inclino y aspiro sus fragancias de fresco jazmín, acompañado con el dulce olor de hacerle el amor. Era fantástico. Perfecto. La anhelaba tanto.
Paul: Te amo leila
Leila: Yo también Paul
Leila y Paul recostados en un diván de la terraza aferrados ,enamorados Leila se recostó en el pecho de Paul Paul le planto un Beso en la frente y asi quedaron los dos juntos

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