martes, 7 de febrero de 2012

Dani & Paul

Narro yo -Jackie-

Dani Regreso de pelear con su padre, fue muy fuerte al tener que lidiar con esto pues su papa se tomaba muy mal que saliera con la famosisima estrella 'Paul McCartney', no le gustaba al parecer que salieran juntos por que ellos no eran una familia muy rica como la de Paul, no eran famosos como el.

- Nena, pero ¿Por qué lloras? – dijo Paul abrazándote fuerte.

- Es que haces demasiado… - dijo sollozando. – yo no me merezco todo esto. Mi padre tiene razón, ¡soy una fisioterapeuta de mierda! No me merezco un hombre como tu…

Paul la apartó.

- Oye, no vuelvas a decir eso, ¿me has oído? – Paul le apartó las lágrimas con el pulgar.

- Pero es verdad. – sollozo.

- No, no es verdad. – Paul la levantó y le besó la boca. Con ansias. – Te amo, te amo tanto, Dani, que no te cambiaría por nada. Te amo, tal y como eres, así, no hace falta más.

- Pero no te llego ni a la suela. – siguió ella. – Ni yo, ni mi familia.

- Cállate ya. – le mandó Paul. – me voy a enfadar. No debes considerarte eso, sabes que no estás en lo cierto.

Paul la volvió a abrazar. Dani lo estriñó fuerte contra ella.

- No me dejes, nunca. – pidió él. - ¿Me has oído?
Dani asintió.

- Pero si me muero algún día… - Paul la miró, ahora si enfadado. – Shht, espera.- siguió hablando. – Quiero que sepas que quiero que vuelva a haber otra señora McCartney

Paul apretó los dientes. Si, estaba cabreado. Las palabras de Dani le oprimieron el pecho. Dolía. Dolía imaginar que a ella… le pudiera pasar ni la más
mínima de las cosas.

- No digas esas cosas, me hacen daño. – Admitió Paul. - ¿Sabes por qué hasta ahora no me he casado? - Dani ladeó la cabeza. – porque quiero que cuando lo haga, sea para siempre. Y lo nuestro es para siempre. -Dani volvió a llorar. – Nena, tú serás la única señora McCartney. La única para Paul, Paul McCartney.

Dani no paraba de llorar. Paul cerró el garaje con rapidez y la cogió en brazos, de nuevo, hasta la cama, la tumbó allí. Ahora sonaba All my loving.

- No me llores más, princesa… - le acarició la mejilla.

- Eres tan perfecto… - susurró ella, viéndolo a los ojos.

- No, sabes que no. – Paul bajó por su cuerpo y le subió el vestido.

- Pues lo que más se le acerca. – ella sonrió, mientras Paul, le besaba el torso, el cuello, la besaba, a toda ella.

Dani le quitó la americana.

- Te ves muy sexy con camisa. – dijo ella, dibujando una sonrisa en su rostro.

- Tú te ves sexy siempre.


- ¿No me jodas? ¿Hasta con un chándal?

Paul hizo una expresión graciosa.

- Sudada y con unos shorts… y camisa… hum… - rodó los ojos. – sí, sí, definitivamente, si.

Ella le desabrochó la camisa, hasta quitársela. Recorrió el cuerpo de él con las manos, hasta llegar a la hebilla. Paul la ayudó, quitándose los zapatos y los pantalones.

- Tengo frio. – musitó ella.

Eso bastó para que Paul apartara las sabanas y se metieran los dos dentro.

- Humm… así mejor… - dijo tapándolos a los dos. El calor emanaba de ambos cuerpos.

Paul la levantó un poco para quitarle el sujetador.

- A pesar de llevar más de cuatro años contigo, me sigue fascinando verte desnuda… - dijo observándola. – eres… eres… espectacular.

Paul le quitó las bragas de un tirón. Antes de volver a la altura de Dani le dejó un pequeño beso en el Monte de Venus. Dani buscó el borde de sus calzoncillos y los bajó.

- Y dicen que el deseo entre una pareja se termina a los dos años de estar juntos… - musitó Dani, mirando a Paul a los ojos. Él se echó a reír.

- Pues te puedo asegurar que el nuestro no se apagará nunca.

- ¿Ni a los ochenta?

- Ni a los ochenta, ni a los noventa. Llegaremos a los cien y seguiremos haciendo el amor como salvajes. - Dani se rió a carcajadas. Paul adoraba ese sonido… adoraba verla reir, simplemente, verla sonreír. Verla feliz, feliz a su lado.

- Nos dará un paro cardiaco.

- Pues que nos lo de. Al menos, nos cogerá mientras nos queremos… -
Dani lo miró, emotiva de nuevo. – Oh, veo que hoy estás sensible.

- Es que tú me pones sensible.

Paul no dijo nada más, solo la besó. Mientras buscaba la ya conocida entrada a su cuerpo, mientras la penetraba, tan suavemente que la respuesta de ella fue un dulce gemido de su boca, contra la de Paul. Él se movió, despacio, despacio, lentamente. Arriba, abajo. Las piernas de Dani_se entrelazaron con las de él. Los brazos se juntaron, terminando en un par de manos entrelazadas. Las bocas seguían moviéndose en ese juego erótico, en ese baile del amor. Y acompañando pequeños mordiscos, más lametones. Paul se movía suave, consecutivamente, dentro de ella. Como la primera vez. Y lo adoraba. Tanto, que le hizo perder la noción del espacio-tiempo. Llegar al séptimo cielo no era fácil. Pero con Paul, todo era posible. Y ellos dos ya habían sobrevolado hasta el duodécimo.
Dani se despertó. Del todo satisfecha, se sentía bien. Una mujer amada. El simple hecho de mirar a Paul la complacía, más que a nadie en ese mundo. Era hermoso… Él acostumbraba a dormir boca abajo, con una mano metida entre la almohada y el colchón. Ella se aseguró de que Naiara aún dormía. Y bajó a prepararse un café para despejarse. La noche anterior, había sido… tan perfecta. Tanto, que se había olvidado de la errada de sus padres. Paul la había amado con tanto cariño… que recordarlo solo hacía que la piel se le erizara

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